1 de febrero de 2014

¿Cómo hacer frente a la ofensiva ideológica del PP?

Hace poco leí el libro de Susan George EL PENSAMIENTO SECUESTRADO, que relata, desde la perspectiva de 2007, aun con Bush en el poder, como la derecha laica y religiosa se organiza para el combate por las ideas. Cuestiones de hegemonía, decía Gramsci. Y parece que los ricos en EEUU leyeron y aprendieron. En la década de los 70 se dieron cuenta de la fuerza que tenían las ideas de izquierdas, especialmente entre la juventud y los estudiantes, y decidieron que no podían quedarse impasibles ante esa situación.
Controlaban el poder económico y el poder político, pero la opinión pública seguía siendo una fuerza incontrolada e incontrolable capaz de hacer fracasar sus planes y objetivos. El libro trata extensamente la democracia estadounidense y el papel de los lobbies de presión, pero la parte más interesante es la que se refiere al esfuerzo de los poderes económicos y financieros más conservadores para crear sus propios intelectuales orgánicos a través de una estrategia constante de financiación y promoción a cargos públicos, académicos, periodísticos y mediáticos.A través de fundaciones con nombres ambiguos que ocultan su verdadero objetivo, y mediante la inyección de grandes sumas de dinero durante largos periodos de tiempo, el capitalismo norteamericano  ha conseguido contrarrestar esa preeminencia de las ideas progresistas que veían con temor en los ya lejanos 70.
Aquí en Europa hemos hablado a menudo de la crisis también como de una crisis de hegemonía. El 15M y la tendencia de los votantes a abandonar el centro político hacen pensar que la gente ya no cree las mentiras del sistema, al que perciben como voraz, injusto y corrupto. Y es en este contexto que el PP está impulsando sus leyes más retrógradas, leyes cargadas de ideología, incluyendo una reforma de la educación que impone la religión católica y sustituye Educación para la ciudadanía por una nueva asignatura de carácter claramente conservador.
¿Cómo deberíamos interpretar las palabras de Gallardón defendiendo su ley del aborto como una ley progresista que nos va a situar a la vanguardia de Europa? ¿Ha tomado nota la derecha española de las estrategias utilizadas por los conservadores estadounidenses? Es difícil de decir. Lo que está muy claro es que la política del PP no está condicionada solo por la economía. No se trata solo de austeridad, de defender los beneficios a costa de las condiciones de vida de la mayoría. Hay una clara intención de transformar la sociedad en el terreno ideológico, y esa es una de las funciones importantes de las leyes impulsadas por Gallardón y Wert.
¿Qué podemos hacer nosotros? Ante todo no perder la calma. Yo he tenido pesadillas mientras leía sobre las tropelías del Tea Party y veía a Gallardón en el telediario. Lo importante es comprender cual es nuestra fuerza. La fuerza de la realidad. Decía Howard Zinn que descubrió lo absurdo de las ideas dominantes en su país y del ameican way of life al ver que sus padres se mataban a trabajar sin salir de pobres. Eso no significa que las ideas en la cabeza de la gente cambien automáticamente, significa que las contradicciones no se pueden ocultar permanentemente, y que siempre va a haber focos de resistencia que cuestionen el status quo. Pero haciendo el camino inverso, no es una cuestión ideológica. Es la lucha de clases. La reforma laboral, la LOMCE, la ley del Aborto de Gallardón tendrán consecuencias negativas que afectarán de forma especialmente sangrante a la clase trabajadora, a sus hijos e hijas y a sus mujeres. Eso va a chocar inevitablemente con los mensajes que nos lanzan constantemente, mensajes que quieren hacernos creer que sus reformas nos traerán una vida mejor.
Pero si las contradicciones no se pueden eludir, ¿para qué la ideología? ¿Por qué ese esfuerzo de la clase dirigente, ya sea en EEUU o en nuestro país? La realidad nos enfrenta con las contradicciones, y las contradicciones abren la puerta a los cambios en la mentalidad de la gente, en su forma de pensar, pero tampoco las cambian automáticamente. Es en este contexto, en un contexto de crisis, que la ideología y el combate por las ideas tiene sentido.
Un periódico como En lucha puede considerarse una contraparte de esas fundaciones e intelectuales de derechas. Una contraparte muy modesta y con muchas limitaciones, porque no tenemos grandes sumas de dinero ni influencia en los círculos del poder mediático. Nuestra fuerza estriba precisamente en la comprensión de las dinámicas de transformación que operan durante las crisis, cuando las personas que normalmente acatan el estado de cosas reinante se movilizan ante una situación de creciente injusticia. Es la lucha de clases, decía, y es en el fragor de la lucha cuando las ideas cambian. Por eso no basta realizar un buen periódico, con un aspecto profesional y buenos análisis de la realidad, hay que llevar el periódico físicamente a la gente que lucha, para demostrar en la práctica que el periódico es una herramienta para la organización y acción colectivas. No solo producimos un periódico, lo vendemos, lo compartimos, lo enseñamos, debatimos políticamente entre nosotros y con la  gente y nos organizamos a través de todos estos procesos. Por eso cuando vemos los informes de las ventas del periódico En lucha no debemos pensar en si el periódico gusta o no gusta, si es atractivo para la gente o conecta con la realidad. Hay que pensar en la cantidad de activistas que han participado en actos o movilizaciones. la cantidad de activistas que han llevado el periódico a su lugar de trabajo o a su barrio. Porque es en el periódico donde una organización revolucionaria consigue articular la síntesis entre teoría y práctica. El éxito de un periódico revolucionario no es el éxito de un grupo de expertos en comunicación y prensa, sino el éxito de un puñado de activistas en su empeño por construir una organización útil para la lucha de clases, y ese debe ser nuestro empeño.