12 de diciembre de 2013

Usar la lengua, transformar el lenguaje

Un comentario al artículo de Mireia Chavarría Lengua con género femenino  
publicado en En lucha nº28
Hace tiempo que se puso en marcha en Catalunya una campaña que bajo el eslogan "Utilitza la lengua", pretendía sensibilizar a la gente sobre la importancia del uso del catalán, incitando al compromiso individual en la defensa de una lengua amenazada por una realidad circundante hostil.
Acompañaba a la frase la imagen de una pareja dándose un beso apasionado, de esos con lengua. Era una imagen muy gráfica, graciosa e impactante, que transmitía de forma muy directa la idea que la campaña quería extender: la importancia del uso individual del lenguaje como algo propio, íntimo y esencial para la comunicación humana.
Esta faceta de la lengua, su uso, a veces se olvida cuando se habla el lenguaje sexista, y se pone el énfasis en la propia estructura y composición del idioma, como si una norma gramatical u ortográfica pudiera ser en si misma sexista o no-sexista. Por este motivo es difícil encontrar soluciones formales cuando intentamos proponer propuestas de transformación del lenguaje que no reflejen el sexismo adquirido. Olvidamos que el sexismo no es solo una actitud. Es una actitud que refleja una forma de pensar arraigada en la parte no consciente de nuestro cerebro, y como el lenguaje, se adquiere en nuestra infancia, cuando aprendemos lo esencial y básico y reproducimos los modelos de nuestro entorno. El problema pues, no es el lenguaje, sino nuestra forma de pensar al usarlo.Desde nuestra tradición política entendemos que la forma de pensar de la gente cambia cuando se involucra en procesos de transformación social y lucha colectiva. Pero el lenguaje es una herramienta fundamental en ese proceso de cambio. Como un medio para transmitir ideas y principios, pero también para mostrar como estas evolucionan al contacto con la realidad de las luchas.
En el contexto en el que nos encontramos, una publicación comprometida como En lucha debe afrontar el esfuerzo que supone elaborar sus contenidos con un lenguaje que refleje una forma de pensar no sexista. Y digo esfuerzo porque no se trata de adoptar formalismos que pueden resultar confusos, o que se pueden aplicar de forma mecánica. Si consideramos que el uso del género masculino como género neutro es sexista, hay que intentar escribir pensando en la realidad que tenemos delante, tanto en aquello de lo que vamos a hablar como en el idioma que vamos a utilizar. Si escribimos sobre un grupo de trabajadores y trabajadoras y no tenemos neutro, hay que hablar entonces de trabajadores y trabajadoras, porque esa es la realidad sobre la que estamos tratando. El desdoblamiento nos puede servir (los trabajadores y las trabajadoras), al igual que los genéricos (las personas trabajadoras, la clase trabajadora, la plantilla, etc), y habrá que buscar formulas que eviten las reiteraciones que dificultan la lectura. Podemos combinar unos y otros, y en algunos momentos tal vez conformarnos con el uso del masculino si no hay otra solución. No podemos generalizar cambios en el lenguaje y su uso de un día para otro, ni podemos limitarnos a artificios que alejen nuestros textos de los estándares del lenguaje común. El uso del femenino como genérico es sin duda un ejemplo de un recurso que puede entender quien esté en contacto con los movimientos sociales, pero que va a confundir a un público más amplio. ¿Es eso lo que queremos?  
El nuevo periódico y la nueva web de En lucha reflejan una preocupación y un esfuerzo colectivo por mejorar nuestras herramientas de comunicación. La elaboración de los textos que van a llenar estas herramientas de contenido no puede ser ajena a tal esfuerzo. No es fácil, pero se trata, al fin y al cabo, de elaborar un discurso coherente, conciso, claro y efectivo, que sirva al objetivo de transmitir nuestras ideas y nuestra visión del mundo. Algo que los revolucionarios y revolucionarias no podemos eludir.