Creo firmemente que hace falta una candidatura de Unidad Popular
para las generales, pero en todos los artículos que he leído
defendiéndola, no dejo de intuir, agazapado entre las palabras, un
debate clásico y cansino, el de las siglas y las marcas. Lo llevo aguantando desde
que empecé a militar, cuando nos reuníamos en una plataforma o una
campaña para organizar una manifestación, allá por los 90, tarde o
temprano se discutía sobre si el cartel debía estar firmado por la
plataforma o incluir la sopa de letras con la lista de organizaciones
presentes.
Ahora
parece que todos aquellos que insistían en aparecer con su firma, se
han dado cuenta de que lo mejor es el nombre que aglutina de forma
transversal a organizaciones y ciudadanos por igual. Es lo que parece
traslucirse del resultado de las elecciones del 24M con el éxito de Carmena y Colau y
las mareas gallegas. Como consecuencia, hasta la mismísima Izquierda
Unida se muestra convencida de dejar de lado su marca.Sin embargo, creo
que es conveniente señalar algo que resulta paradójico. El siguiente
paso después de asumir algo que deberían haber asumido antes, es un
acoso generalizado a Podemos para que renuncie también a su marca. ¿Hemos abandonado el debate de las siglas? No. la vieja izquierda sigue aferrada a esa cuestión. Menos el bueno de Anguita tal
vez, que dice, sabiamente, que la Unidad Popular no puede pensarse como una
candidatura, que se construye desde abajo, juntándonos movimientos y
organizaciones para crear espacios de encuentro, colaboración,
elaboración de programa, etc.
Y este es tal vez el quid de la
cuestión. La mayoría de articulistas que loan el éxito de las
candidaturas unitarias, olvidan que gran parte de este éxito se debe a
Podemos, olvidan el papel de los candidatos y candidatas, y olvidan el
papel de la militancia, esencial para una campaña electoral austera en
medios y basada en el activismo, el "puerta a puerta", la presencia
constante en la calle (mucha gente de Podemos se volcó en las campañas municipales debilitando así las campañas autonómicas). Pero cuando se utiliza el éxito de la Unidad Popular el 24 M para argumentar a favor de una candidatura de Unidad
Popular para las generales, se olvida también que esas candidaturas se
forjaron desde abajo, en un proceso abierto y participativo largo,
costoso, paciente.
Personalmente, dudo mucho que los tiempos
permitan llevar a cabo un proceso similar a nivel estatal, un proceso parecido al que ha llevado a cabo Podemos a lo largo del último año, no lo olvidemos. Pienso
que al final, la candidatura que salga, espero que solo una, se creará
desde arriba, entre las direcciones de Podemos, de IU, de Compromís,
Anova etc Esa es para mí la dialéctica que importa, y más cuando el reto realmente crucial al que vamos a tener que hacer frente sea tal vez el del TTIP, algo que va a requerir una Unidad Popular desde abajo y en la calle.
Yo
espero que quien decida al final qué candidatura, escoja la mejor marca
posible desde la óptica electoral, la que dé mejor resultado, espero
que la decisión se tome articulando procesos lo más democráticos y participativos
posibles, dadas las limitaciones de tiempo, y espero que todo el mundo
supere la "cuestión de
las siglas" de una vez por todas. A mí, personalmente, me da igual. Me
da igual la marca. Espero que Podemos sea capaz de articular esa
candidatura, de abrirse al resto de la izquierda y los movimientos, y
creo que Pablo Iglesias ya representa en sí mismo suficientemente a
Podemos como para que no sea tan necesario el uso de su marca, pero
también espero que, si Podemos no renuncia a su marca e insiste en que el
resto de fuerzas se sumen a sus primarias, porque Podemos ha nacido de
un proceso de movilización masivo desde abajo, porque tiene más de
doscientos mil inscritos, porque se decidió así en su asamblea de Vista
Alegre con más de ochenta mil votos, el resto de fuerzas sepa asumir la
responsabilidad que le exigen ahora a Podemos y no presenten otra
candidatura a parte, porque ese es al fin, el desastre que hay que evitar, y
tanto abandonar tu marca como asumir la de otro, un mal menor que no
puede determinar nuestro futuro, ya no.
Por mi parte, en el ámbito
local en el que milito, empezaré a trabajar por esa Unidad Popular desde
abajo y en la calle sin la cual ninguna candidatura podrá conseguir
gran cosa, aun ganando las elecciones.