22 de julio de 2012

19 de julio, día de la revolución

El 19 de julio es un día especial. En 1936, las organizaciones obreras armaron a sus bases e hicieron frente a la sublevación fascista del día anterior, iniciando un proceso que se conocería como Revolución española. Su trágico final, diez meses después, no ensombrece la imagen que nos llega en el presente de este acontecimiento crucial, protagonizado por los trabajadores y trabajadoras en lucha contra la opresión, la explotación y la supervivencia.

Las mentiras orquestadas desde entonces, las persecuciones, los engaños, el olvido impuesto, la desinformación y el abandono al margen, las cunetas, de la historia, sí oscurecieron y oscurecen aun el papel que podría haber jugado la Revolución española en el imaginario colectivo en la actualidad.

Un 19 de julio, como cualquier otro día del año, presupone un 18 y un 20, que sin duda marcarán la efeméride y su trascendencia posterior con el indeleble sello de la predestinación. Sin embargo, la historia no está predestinada. La historia la hacen los hombres y las mujeres que ocupan campos de fuerza sociales y ejercen en ellos un papel concreto.

¿Podrían haber hecho otra cosa los obreros, armados por sus respectivas organizaciones, que no les hubiera conducido a la tragedia o tragedias posteriores? No hay respuesta a esta pregunta. Sólo un análisis profundo de la complejidad de las experiencias y de sus protagonistas, antes y después, nos daría una idea clara de la dialéctica histórica, de sus contradicciones y de las energías que la mueven.

Hoy, 20 de julio, no valen paralelismos ni mistificaciones. La memoria, como un camino de doble dirección, hacia el pasado y hacia el futuro, partiendo siempre del presente y sus circunstancias concretas, servirá para un aprendizaje fundamental, que viene ligado a la percepción revelada del vínculo que atraviesa transversalmente todas las fechas señaladas por un mismo protagonismo: el de la clase trabajadora, en su impulso subjetivo, ante el antagonismo que la define, definiendo así su acción histórica.

El 19 de julio de 1936 vino precedido por un alzamiento militar, y seguido por una revolución social, una guerra civil y una dictadura fascista y criminal de 40 años. Nuestro 19 de julio de 2012 ha sido precedido por el anuncio de una batería de recortes en el estado del bienestar, que harán sufrir a la clase trabajadora grabes retrocesos en su nivel de vida. Estos recortes han sido perpetrados por los herederos políticos de esos golpistas para salvar a la burguesía española, empresarial y financiera, e imponer un nuevo modelo basado en el darwinismo social y la privatización de la vida. Es difícil no ver paralelismos con el pasado. Paralelismos que pueden dar pistas sobre lo que está por venir. Se ha puesto en evidencia que la lucha de clases sigue articulando la sociedad realmente existente. La crisis, la verdadera crisis, es que la idea de un capitalismo de integración, en el cual se respeten los intereses de la burguesía y los derechos de la clase trabajadora al mismo tiempo, ya no vale. La lógica de acumulación del capital exige el sacrificio de los servicios públicos y el trasvase del dinero que los financia a manos privadas.

La historia, decía Marx, es la historia de la lucha de clases. Pero el resultado de esta lucha no está, ni mucho menos, predeterminado, como no lo están sus manifestaciones concretas ni el momento en el cual emergen. La historia la hacen las personas, y las cientos de miles que salieron a la calle nuestro 19 de julio, hicieron de la suya un capítulo más, dejando en suspenso el resultado de esa acción concreta, que dependerá, inevitablemente, de futuras acciones.